Revistas de decoración, portales como Pinterest y redes sociales de rápido crecimiento como Instagram ponen un torrente inagotable de imágenes a nuestro alcance. ¿Qué tienen en común? Representan tendencias, lo que está de moda.
Las modas cambian y duran poco tiempo. Cada temporada salen nuevas colecciones y lo que se compró la temporada pasada se descarta. Esto genera un ciclo de consumo de productos de bajo costo que genera una cantidad indecente de «falsa» basura y acelera la degradación del medio ambiente. No solo en el mundo de la moda, por supuesto. ¿Qué pasa en el mundo del interiorismo?
Interiorismo de usar y tirar
Pues, lamentablemente, también existe esa tendencia. Hay un interiorismo de usar y tirar, ya sea para espacios comerciales, oficinas u hogares. Suele ser un interiorismo amateur, que se deja llevar por el brillo de la novedad y los estilos. Incluso si esos estilos son una importación que no se adapta en absoluto a nuestra realidad inmediata y acaban creando hogares iguales en Nueva York, Madrid, Sydney u Oslo.
Pero no se trata solo del interiorismo amateur, que parece más una víctima de esa rueda de consumo que cualquier otra cosa. El problema es que también hay interioristas que trabajan en esas coordenadas, y bajo la lógica comercial de la obsolescencia programada.
Desde ese punto de vista, un diseño perecedero, que se deja llevar por la moda del momento, y que se ofrece más barato, les asegura que pronto los clientes volverán a llamar a la puerta pidiendo una actualización o un nuevo proyecto. Y de hecho, a veces eso sucede. Y otras veces lo que pasa es que se ahonda en la idea de que el diseño de interiores es una actividad inútil, fútil, cara (en relación a cuánto dura) y caprichosa. Ya he hablado de esto en este otro artículo.
Lo que este tipo de diseño de interiores tiene en común con la industria de la moda o los gadgets tecnológicos, además de los diseños pensados para no durar, es el uso de materiales y objetos de bajo coste producidos en masa, a menudo sin respetar los derechos de propiedad intelectual de quien los diseñó, y que pronto se estropean o simplemente dejan de estar de moda. Cualquiera puede ver que, a la larga, este tipo de diseño de interiores sale, efectivamente, muy caro.
Un interiorismo rentable
Pero hay alternativas a todo esto. ¿Por qué no invertir un poco más en un diseño duradero y rentable?
Cuando diseñamos un espacio para que el resultado sea duradero, la rentabilidad está a la vista. No solo por lo que implica directamente, ya que evita tener que realizar nuevos cambios en poco tiempo. Sino también porque el diseño sostenible utiliza los elementos mínimos necesarios, prescindiendo de elementos superfluos y, por lo tanto, optimizando la inversión. Esto es lo que llamamos diseño rentable, y es la primera característica de un diseño verdaderamente responsable.
Un interiorismo sostenible
El segundo elemento de un diseño responsable es la sostenibilidad. Sinceramente, cada vez está más claro que consumimos recursos por encima de los que el planeta es capaz de generar. Por lo tanto, deberíamos empezar a pensar en cómo gestionamos, cómo diseñamos, cómo fabricamos y cómo usamos los diferentes productos, y qué haremos a continuación con todos ellos.
Un futuro más sostenible comienza con un consumo más sostenible. Y eso se traduce, en interiorismo, en apostar por soluciones más duraderas y visualmente atemporales, que no se desgasten rápidamente, y que tampoco nos cansemos de verlas en poco tiempo y queramos cambiarlas. Pero no solo eso.
También se traduce en reutilizar y preservar lo que ya existe, para darle una segunda vida. Reinterpretar el mobiliario que ya estaba allí, o algunos elementos o fórmulas arquitectónicas antiguas reduce costes y además, da al resultado una mayor personalidad.
Un interiorismo genuino
La personalidad es uno de los principales requisitos para que un espacio nos resulte cómodo. Para que una casa sea un hogar, necesita incorporar elementos de la personalidad y estilo de vida de quienes van a vivir en ella. Lo mismo una oficina o un negocio. Lo contrario son lugares fríos e inadecuados. En un hogar esto es un problema grave, pero no solo se ve en ese tipo de diseño de interiores. Los centros comerciales, por ejemplo, están repletos de interiores de producción masiva y absolutamente insulsos, orientados al consumo masivo, entrando y saliendo, sin prestar atención a nada más.
Por tanto, un diseño responsable debe ser también un diseño genuino, propio, 100% adaptado y casi intransferible. La responsabilidad es también saber elegir, no solo en cuanto a productos, sino también en cuanto a claves estéticas, prácticas y ergonómicas, poniéndolas en relación con nuestro estilo de vida o las necesidades de nuestro negocio. O lo que es lo mismo, diseñar y crear espacios a partir de la utilidad que estos tendrán, haciendo que todo gire en torno a sus condiciones, para que la solución sea realmente eficaz y mejore nuestra vida, ya sea en casa o en el lugar de trabajo.
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El interiorismo que me he propuesto hacer a través de decorazul tiene estos tres principios que considero imprescindibles para un trabajo responsable. Tiene que ser rentable, reducir costes y diseñar soluciones que funcionen no solo durante la duración de una moda, sino a medio y largo plazo.
Debe ser sostenible, valorando lo que ya existe y dando nueva vida y nuevos usos a todo lo que sea posible, optando siempre por materiales de calidad, fáciles de conservar y, siempre que sea posible, de proximidad.
Y tiene que ser genuino. Es decir, tiene que huir de las falsas soluciones de ese tipo de «estilo internacional» que ofrece las mismas recetas para una oficina en Hong Kong que para una casa en cualquier pueblo gallego.
Y si no, no me interesa.