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Hola a los negocios digitales; adiós a los analógicos

A estas alturas no habría que estar repitiéndolo todo el día, pero ahí va otra vez: los negocios digitales ganan terreno cada día frente a los analógicos. O lo que es lo mismo: o te digitalizas, o desapareces.

Temas

“El 88% de las empresas están llevando a cabo su transformación digital. Pero sólo el 25% sabe por qué”.

Brian Solis, Principal Analyst en Altimeter Group

La digitalización lleva tiempo llamando a las puertas de los negocios y las marcas. Es un hecho, aunque siempre habrá quien no quiera darse cuenta. Cada vez más — tanto que ya parece un tópico — consumimos productos digitales, hacemos compras en tiendas virtuales y consultamos información sobre servicios a través de webs, redes sociales, etc.

Antes, la gente entraba en las tiendas u oficinas para informarse sobre un producto o servicio. El proceso de compra se hacía por fases y dependía de la habilidad del vendedor o vendedora convertir esa visita para informarse en una visita para comprar.

Ahora, la situación ha cambiado radicalmente. La clientela llega a nuestros negocios con mucha más información, porque la democratización de internet ha puesto al alcance de la mano casi cualquier dato. Pero, ¿cuál es el problema de esto? Pues que si esa información la ofrece tu competencia — la que vende lo mismo que tú —, es evidente que para hacer la compra no van a ir a buscarte a ti.

Y para colmo de males, el Covid-19 ha venido a imponer un distanciamiento físico, cierres de locales y confinamientos que todavía aceleran más esta transición. Los negocios digitales están mejor preparados para ese escenario, no hay duda.

Estar donde nuestra clientela nos vea. Ese es el principio básico de la digitalización

El mundo es de los valientes — y de los negocios digitales

Por eso, cuando decimos que la digitalización es el futuro de las empresas, tanto de las grandes como, sobre todo, de las pequeñas, es por algo. Las grandes marcas hace tiempo que trabajan en su digitalización. Tanto en la de sus procesos productivos o comerciales como en la de su comunicación, que es, tal vez, la más básica y la más urgente de implementar.

Sin embargo, miles de pequeñas empresas se resisten a hacerlo o tienen una idea equivocada de lo que es digitalizarse. Muchas creen que digitalizarse es crear un perfil de Instagram, Twitter o Facebook y confiar en que la familia y los amigos les darán su apoyo para sobresalir en medio del ruido que generan esas mismas redes. Otras muchas, especialmente las de servicios, ni siquiera se plantean la necesidad de crear una web que extienda su propuesta al mundo virtual.

Construir negocios digitales es tener claro que, al menos en cuanto a la comunicación con nuestro público objetivo, ya no sirven las viejas fórmulas de la tienda de barrio. Que es necesario estar donde nuestra clientela está (web y redes sociales), y que es obligatorio ser capaces de explicar las ventajas de nuestra oferta en esos espacios del mismo modo que somos capaces de explicarlo en el mundo físico. En otras palabras: que hay que crear estrategias de comunicación en un entorno nuevo, donde tendremos que estar porque es allí donde nuestra clientela espera encontrarnos.

¿Por dónde comenzar?

Lo primero es desterrar dos mitos.

Primero, aquel que dice que los únicos negocios digitales que funcionan son los que venden servicios o productos digitales. Es falso — absolutamente.

Y segundo, aquel otro que dice que sólo las grandes marcas y empresas pueden digitalizarse. Igualmente falso.

Lo que es cierto es que no todos los negocios necesitan digitalizar todas sus áreas de acción. Utilizar tecnologías para mejorar procesos productivos es importante, y cada sector de actividad podrá profundizar más o menos en este aspecto. Lo mismo en cuanto a su comunicación interna, a la relación entre sus diferentes equipos o con proveedores y colaboradores, por ejemplo.

Pero hay un aspecto que es común a todos los sectores, cuando hablamos de digitalización. La digitalización de los canales de venta. Es decir, construir una presencia digital que aumente el alcance de nuestra oferta y coloque nuestro producto en las pantallas de ordenadores y dispositivos móviles de nuestra clientela ideal, del mismo modo que el viejo escaparate lo hace en el mundo físico. ¿Significa eso renunciar al escaparate? Evidentemente no. Lo que significa es que, con un porcentaje creciente de las operaciones comerciales trasladándose a entornos digitales, el escaparate necesita complementarse. Nada más que eso. Pero tampoco nada menos.

Todo tipo de marcas y negocios, con independencia de su sector, pueden — y deben — andar ese camino. Y para eso es necesario, antes que cualquier otra cosa, una identidad clara y coherente. Una identidad consistente, capaz de funcionar en todo tipo de entornos, digitales y analógicos, y que sea reconocible y fácil de recordar.

¿Y qué pinta el interiorismo en todo esto?

Gran pregunta. Sobre todo si entendemos el interiorismo como un campo que se dedica exclusivamente a intervenir sobre locales físicos, sin más conexión con el resto de nuestra estrategia que hacerlos más bonitos y llamativos.

No es así como lo entiendo yo. El interiorismo y el diseño de espacios comerciales y de trabajo tiene, evidentemente, que mejorar esos espacios. Tanto a nivel estético como funcional. Pero debe ir más allá. Debe conectarse con el resto de la estrategia de comunicación de la marca o negocio. Es decir, con el resto del branding. ¿Para qué? Para que la transición de la clientela desde nuestro avatar digital, desde lo que proyectamos en esos entornos digitales, hasta nuestro negocio físico, real, sea lo más fácil y cómoda posible. Especialmente si nuestro negocio necesita atraer esa clientela digital a un espacio físico para realizar la venta (caso de la hostelería, por ejemplo, o de la tienda de barrio que se ha decidido a vender por internet, pero que mantiene abierto su local para combinar ambos canales de venta).

De lo que se trata es de hacer que toda nuestra estrategia de negocio, toda la marca, apunte en la misma dirección. Que el interiorismo refuerce offline las bases de la imagen que se proyecta online. Y que el conjunto resulte armónico, memorable y perdurable.

Además, los verdaderos negocios digitales tienen claro que el mundo offline importa, porque tanto la clientela como los proveedores y partners son personas y viven e interaccionan en el mundo físico. De modo que toda la estrategia digital debe estar encaminada a facilitar esa interacción, no a dificultarla.

Por eso, en Decorazul hacemos una apuesta estratégica por integrar no sólo un servicio de interiorismo y decoración de alta rentabilidad para negocios, sino también servicios de branding y comunicación, pensados especificamente para aquellos que comienzan y tienen claro que su camino será (al menos en parte) digital, y para aquellos otros que proceden del viejo mundo analógico y saben que ha llegado el momento de abrir la siguiente puerta y dar el siguiente paso.

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Me encanta hablar de interiorismo y me encantará hablar de tu negocio.

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